Hace muchísimo tiempo, en la antigua y cambiante Pangea, nacieron dos grupos de criaturas fascinantes: los dinosaurios y los mamíferos. Esto ocurrió hace más de 200 millones de años, en el período Triásico. Ambos grupos compartían el mismo hogar, pero pronto comenzaron a seguir caminos diferentes. Mientras los dinosaurios crecían hasta tamaños colosales y conquistaban todos los rincones del planeta, los mamíferos preferían mantenerse en las sombras. Estos pequeños seres aprendieron a ser discretos, a buscar comida variada, y a esconderse en madrigueras. Algunos incluso se convirtieron en expertos planeadores entre los árboles o nadadores sigilosos en los ríos. Durante todo ese tiempo, los mamíferos no crecieron mucho; de hecho, ninguno era más grande que un tejón. Eran como actores secundarios en la gran obra del Mesozoico.
Los fósiles nos ofrecen diversas teorías al respecto.
Pero el tiempo nunca se detiene, y así llegamos al Paleógeno, un nuevo capítulo en la historia de la Tierra. En este período, los mamíferos sorprendieron a todos al mostrar una diversidad asombrosa. Imagina pequeñas criaturas del tamaño de una musaraña, excavadores tan grandes como tejones, feroces carnívoros con dientes de sable, e incluso herbívoros del tamaño de una vaca. ¡Todos vivían juntos, en un mundo que apenas se estaba recuperando del impacto del asteroide, el día más devastador en la historia de la Tierra!
Apenas medio millón de años después de aquel fatídico día, la vida volvió a florecer. El clima se estabilizó, ni tan frío como un invierno nuclear, ni tan caliente como un invernadero. Los bosques se llenaron de coníferas, ginkgos y una diversidad creciente de plantas con flores que se alzaban hacia el cielo. En los ríos, unos antepasados lejanos de los patos paseaban tranquilos, las tortugas nadaban con gracia y los cocodrilos acechaban bajo el agua, tal como lo habían hecho durante siglos. Pero, en esta nueva escena, los Tiranosaurios, los saurópodos y los dinosaurios con pico de pato ya no estaban. Habían sido reemplazados por una explosión de vida mamífera, que ahora dominaba con su increíble diversidad.
Entre los restos de estos nuevos habitantes, se encontró el esqueleto de un pequeño mamífero llamado Torrejonia, un animal del tamaño de un cachorro, con largas extremidades y dedos extensos. Este grácil ser vivió unos tres millones de años después del impacto del asteroide, pero su esqueleto se parece mucho a los animales que conocemos hoy en día. Torrejonia es uno de los primates más antiguos, un pariente lejano nuestro. Es un recordatorio de que nuestros ancestros estuvieron allí en aquel terrible día, vieron la roca que cayó del cielo, soportaron el calor, los terremotos y el invierno nuclear, y lograron cruzar el umbral entre el Cretácico y el Paleógeno. Con el tiempo, estos primates evolucionaron y se convirtieron en seres qué saltan entre los árboles, como Torrejonia. Y, con 60 millones de años más de evolución, se transformaron en simios bípedos, capaces de reflexionar sobre su pasado, escribir libros y buscar fósiles.
Si aquel asteroide nunca hubiera caído en la Tierra, si nunca hubiera desencadenado esa cadena de extinciones y nuevas oportunidades, es probable que los dinosaurios aún estuvieran aquí, y nosotros, simplemente, no. La historia de los dinosaurios nos enseña algo muy importante: incluso las criaturas más poderosas pueden desaparecer de repente. Los dinosaurios habían gobernado la Tierra durante más de 150 millones de años, soportando todo tipo de desafíos, desarrollando habilidades increíbles, y venciendo a sus rivales. Algunos podían volar, otros hacían temblar la Tierra cuando caminaban. Era un mundo lleno de ellos, hasta que, en un instante, todo cambió.
Hoy, los humanos llevamos la corona, seguros de nuestro lugar en la naturaleza. Pero, al igual que les sucedió a los dinosaurios, debemos recordar que nada es permanente. Si ellos, con toda su grandeza, pudieron desaparecer, ¿podría sucedernos a nosotros también? Es una reflexión que vale la pena considerar mientras seguimos escribiendo nuestra propia historia en este increíble planeta.